No lo tengo.
Estoy en segundo lugar.
Por un hombre llamado Ben Watson. ¡Y ni siquiera es sureño! O americano.
Me siento insultada.
Para añadir el insulto a la lesión, la ronda final nos tiene trabajando como un equipo, siendo juzgados por lo bien que enseñamos una receta tanto como por nuestra habilidad en la cocina.
Parte de ser sureño significa que, pase lo que pase, siempre eres educado. Pero no puedo ser cortés con este hombre. Está arruinando mis esperanzas y sueños, y lo que es peor, está prendiendo fuego a mis bragas mientras lo hace.
Nota: pon un pastel en el horno, porque esta lectura rápida es descarada y exagerada. Está lleno de instalove llenos de tensión y momentos acalorados entre una chica curvilínea y el chef de repostería más caliente que jamás hayas visto.
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