
Sebastian McAllister está maldito. Él sabe que no debe pensar de otra manera. Está contento de vivir el resto de su vida viajando por el país como uno de los cuatro Hijos de Eastlake, buscando emociones de la única forma que sabe. Lo único que no ve venir es esa rubia mimada con estrellas en los ojos. El único problema es que cuanto más tiempo pasa con ella, más esperanza comienza a agitarse en su aletargado corazón. Lástima que la esperanza sea algo peligroso cuando eres un McAllister.
Mil gracias a PB!
Publicar un comentario
Publicar un comentario