Isobel es mi secretaria. Una muchacha dulce, joven e inocente que me tienta con su presencia.
Un día le propuse un juego atrevido. Creía que no lo haría, pero me sorprendió al obedecerme.
Desde entonces el juego se ha vuelto cada vez más picante y siento que mi autocontrol se está desvaneciendo.
Isobel es inocente. Y aún así, me encuentro cayendo más y más bajo su hechizo. A medida que se acerca el final, me consume una necesidad salvaje.
Una cosa es segura.
Quiero más que su dulce inocencia.
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