Así comienzan las peripecias de nuestra heroína, que se dispone a encarar la temporada londinense pertrechada con toda su rústica delicadeza. Por desgracia, su «rústica delicadeza» resulta ser tan sutil como un oso pardo rompiendo un panal infestado de abejas.
Lo que vendrá después será una serie de infortunios, enredos amorosos, bailes a la luz de la luna, ropajes elegantes, bigotes postizos, salteadores de caminos, carteristas, damiselas desdeñosas y un duque endiabladamente guapo pero con muy mal genio.
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