Cuando dije “sí quiero”, pensé que era a un ex-marine de modales suaves convertido en analista de negocios que pasaba más tiempo trabajando en casa que en la oficina. Pero cuando nos fuimos de luna de miel, me di cuenta de lo equivocada que estaba. Había un jet privado. Teníamos una isla entera para nosotros. Personal para atender cada capricho.
Cuando me preocupé por cómo podíamos pagar esto, él me dio la noticia. Es multimillonario. ¡Vaya! Pero ahora me pregunto qué otros secretos está escondiendo.
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